De Libros y Perros

De libros, perros… e idiomas!

Me encanta leer. Me gusta leer todo tipo de literatura. Y me gusta leer en distintos idiomas para ir refrescando las lenguas que hablo y con las que trabajo: catalán, castellano, italiano, inglés…

Posiblemente por eso hace unos días se me ocurrió un símil, un paralelismo entre mis pasiones, libros, idiomas, perros.

Haciendo una clase con un cachorro pensé que un cachorro es como un libro en blanco, en el que únicamente está escrito el prólogo. El resto de la historia la vamos a ir construyendo nosotros con nuestro perro a medida que avancemos en la vida.

Evidentemente, el perro adulto va escribiendo su historia a medida que crece. Exactamente como las personas, verdad??

La reflexión que me hice es que el problema (por llamarle de alguna manera) es lo que pasa con un perro adulto (o cachorro, atención!) adoptado.

El prologo y los capítulos anteriores, que ya están escritos, lo están en un idioma distinto al nuestro, por lo que a menudo nos va a ser difícil descifrar lo que hay escrito y para intentar comprenderle y vamos a tener que ir descubriendo o intuyendo el pasado de nuestro compañero a medida que nos vamos conociendo.

Es un camino que a veces no es fácil, pero que siempre es apasionante. Y antes de emprenderlo, es decir antes de adoptar un perro adulto, es importante que tengamos en cuenta un par o tres de cosas:

 

  • El compromiso: Es para toda la vida. Sin excusas. Aunque cuando lleguemos a casa y abramos el libro no nos guste la pinta que tienen los primeros capítulos.



  • La aceptación: nuestro perro es como es por unas circunstancias que no conocemos y posiblemente no conozcamos nunca. Debemos aceptarlo. Como dijo el gran filósofo Ortega y Gasset, Yo soy yo y mi circunstancia. Cuando adoptamos un perro le adoptamos a él y a sus circunstancias, sean las que sean.



  • El respeto: Tenemos que respetarle como es y ayudarle (desde el respeto) a integrarse en su nueva realidad para que sea un perro feliz y equilibrado.



  • El acompañamiento: desde el momento en que decidimos incorporar un perro a nuestra vida es responsabilidad nuestra acompañarle hasta en fin de sus días y esforzarnos por comprenderle (aunque haya cosas que no entendamos pues forman parte de su pasado) y ayudarle a superar los retos que la vida le presente.



Un perro siempre, siempre, nos enseña. De hecho, yo creo que los perros sacan lo mejor y lo peor de cada persona. Nos ponen frente a frente ante nuestras inseguridades, nuestros defectos, nuestras frustraciones… y claro, también nuestras mejores cualidades: amor, entrega desinteresada, altruismo, paciencia, tolerancia…

Como decía una antigua clienta, ahora amiga, “mi perro me ayuda a ser mejor persona”.

Hagamos todos un esfuerzo para ayudar a nuestros perros a escribir capítulos llenos de aventuras, amistades, amor, experiencias… y algún contratiempo, qué caray, que también son necesarios para crecer!

Así, cuando nuestros compañeros lleguen al final de sus vidas lo harán con plenitud y serenidad.

Exactamente como deseamos nosotros que sea nuestra vida.

¿¿¿Será que en realidad tampoco somos tan distintos???

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