De qué me sirve frustrarme?
Si me frustro con mi perro porque no es como yo lo había soñado… de qué me sirve??
Si pretendo que haga cosas que no puede hacer y le fuerzo… qué gano??
Si mis expectativas son unas y él no las cumple… qué saco disgustándome?
Y en cambio… seguro que muchos en alguna ocasión nos hemos frustrado con nuestro perro, yo la primera hace años cuando después de soñar toda la vida con montar a caballo junto a mi primer perro, el primer día que lo llevé a la hípica casi se merienda (vale, exagero un poco!) al perro del profe…
Cuando nuestro perro llega a nosotros ya nos hemos hecho un retrato mental de cómo queremos que sea y de las cosas que haremos juntos (…que me pueda acompañar a todas partes… con el que pueda hacer algún deporte canino… que me proteja… que me haga compañía…que sea el confidente de mi hija…).
Y claro, el perro que ha venido a formar parte de nuestra familia puede cumplir o no las expectativas que teníamos puestas en él.
Si las cumple y es toooodo lo que habíamos soñado, pues genial! Pero si no las cumple (es tímido, es reactivo, es perezoso, es hiperactivo, es antisocial, es demasiado social…) no podemos culparle a él. Son nuestras expectativas, no las suyas!
Él lo único que hace es mostrarse tal como es y expresar siempre las emociones que siente en cada momento, sin trampa ni cartón.
Si es tímido, reactivo, perezoso, hiperactivo, antisocial, demasiado social… lo que tenemos que hacer en lugar de frustrarnos es antes que nada aceptarle tal como es y luego ayudarle a cambiar, pero no para mejorarle para nosotros, sino para hacer que se sienta mejor consigo mismo! ESE tiene que ser nuestro objetivo.
Si a nuestro perro no le gusta relacionarse con otros perros (quizás por malas experiencias del pasado que no sabemos porque lo hemos adoptado…) trabajaremos para que se sienta cómodo y tranquilo cuando tenga perros a su alrededor y no los vea como una amenaza; a lo mejor encontrará compañeros caninos con los que se sentirá a gusto y podrá pasear e incluso jugar, pero posiblemente no va a ser nunca el alma de la fiesta canina ni el relaciones públicas del corre-can. Pero no pasa nada!! Es nuestro perro y le queremos y aceptamos (o debemos de hacerlo) tal como es! Exactamente como él nos quiere a nosotros: tal como somos.
Cuando llega un cliente nuevo con un perro con algún problema, durante la conversación intento siempre que se de cuenta de las grandes cualidades que tiene su perro (todos, TODOS tienen grandes cualidades) y se vaya a casa con una percepción distinta de su compañero… y con ganas de mejorar la situacion.
Luego nos ponemos manos a la obra, estableciendo un plan de trabajo para mejorar, reducir o cambiar -en la medida que se pueda y sin crear falsas expectativas- las cosas de nuestro perro que nos preocupan y/o causan frustración….
Eliminar nuestra frustración y aceptar y querer a nuestro perro tal como es, comprometiéndonos a ayudarle a sentirse más seguro, feliz y equilibrado es un camino muy bonito que hará que los dos seamos más felices juntos, nos sintamos más unidos y estrechemos muchísimo nuestro vínculo.
Y mientras, nuestro perro nos estará enseñando sin saberlo a ser mejores personas.